Pues sí, una audioguía, y vaya audioguía!!! Ya sé que cuando empecé a escribir este blog decidí centrarme sobre todo en el tema de las visitas guiadas (o visitas teatralizadas en su defecto). Sin embargo, me he dado cuenta de que, cuando no puedo participar en una de ellas, me gusta poder “alquilar” una audioguía que me ayude a conocer el lugar que estoy visitando.
Suele ser difícil que no participe en una visita guiada en los viajes que realizo. Si sucede, es porque la mayoría de las veces el horario no coincide con mi planning de viaje, y eso que el viaje lo organizo en función de los servicios de visitas guiadas! Así que voy a empezar a hablar en algunos posts sobre las audioguías también.
La verdad es que comienzo poniendo el listón bastante alto porque que la primera audioguía de la que os hablo sea la de la Catedral de Amberes…es, de momento, la mejor audioguía de la que he disfrutado. Sí, disfrutado.
Cuando visitamos la catedral, nos encontramos con una exposición de pintura en su interior, concretamente esta, y la audioguía (disponible en español) se centraba en dicha exposición, no en la Catedral. Para visitar el monumento en sí te entregaban una hojita con las explicaciones pertinentes en los puntos más importantes, que íbamos combinando con las explicaciones de la audioguía.
El hecho de poder visitar una exposición de pintura con cuadros del Museo Real de Bellas Artes de Amberes en la Catedral es impresionante, las obras están en un contexto diferente, en uno mucho más inspirador que un museo y la visita resulta más agradable.
En alguna de las paradas las explicaciones las daba un personaje que se encontraba dentro del cuadro que estabas observando pero la mayoría de las veces se trataba de un personaje relacionado con el cuadro: el creador de la obra, uno de los miembros del gremio concreto que había pedido el cuadro… te hacía creer que realmente te encontrabas en otra época. Era una como una mezcla entre dramatización y teatralización pero en una audioguía.
He encontrado pocas audioguías que sean realmente buenas. En algunos sitios ni siquiera se ofrecen en idiomas y, cuando se ofrecen, el lector tiene acentos extraños, y queda patente que es alguien que habla español, pero que no tiene acento español y al final parece que lo esté leyendo una máquina. En ese caso, el acento era fantástico y transmitía a la perfección el sentimiento de la persona que estaba hablando. Si no hubiera sido así, la dramatización de las explicaciones habría sido imposible.
Lo que más me llamó la atención fue que tanto el locutor como los personajes transmitían cercanía. Obviamente no llegaba a la cercanía del trato con un guía, pero podías cerrar los ojos e imaginar que el personaje se encontraba a tu lado y podías sentir lo que él sintió cuando observó el cuadro por primera vez, cuando lo pintó, cuando lo ideó… desde luego, la idea de que los locutores fueran los propios personajes relacionados con la obra es lo que realmente nos hizo disfrutar de esta audioguía.
Además, el discurso estaba acompañado de todo tipo de sonidos (no sólo con música, que suele ser lo más habitual): aplausos, exclamaciones de admiración, suspiros… que convertían la información en algo real.
Vamos, que terminas con esa sensación de haber empleado bien tu tiempo y de haber disfrutado de la visita. Sin duda, hacer uso del servicio de audioguías fue todo un acierto y, si volviera a Amberes, repetiría seguro.