El tema que os traigo hoy es peliagudo donde los haya: el tema de las comisiones. Como bien sabréis muchos de vosotros, todavía hoy se realizan ciertas excursiones en las que el guía se preocupa por llevar a un grupo a ciertas tiendas o establecimientos donde, gracias a la compra que ha realizado cada persona del grupo en dicho local, el guía obtiene una comisión económica.
Este tipo de comisiones sólo suelen tener lugar en el caso de los que denominamos “guías locales”, es decir, aquellos guías que se dedican profesionalmente a mostrar una ciudad y su entorno. Un guía de un museo no se lleva una comisión si el grupo compra en la tienda del museo. Además, debemos recordar que casi siempre los guías cobran por su labor y la comisión resulta ser un dinero “extra”, no se suele dar el caso de que los guías locales trabajen sólo a comisión.
En mi opinión, ésta resulta una situación conflictiva y que a mi, personalmente, me crea una gran controversia. Para empezar, yo estoy en CONTRA de las comisiones. He trabajado tanto de guía local como acompañante y en este último caso, sí que he recibido comisiones en alguna ocasión. Yo misma justificaba este hecho diciéndome que con lo poco que me pagaban y que con los pocos días que trabajaba al año, ese dinero “extra” me venía muy bien. Con esta situación laboral, entiendes que a veces los guías se puedan llevar una “comisión”.
Muchas veces, como era este caso, no se trata de una comisión que haya buscado el guía, sino que uno de los dependientes de una tienda “ataca” literalmente al grupo para que se acerquen y luego le dan la famosa comisión. En otras muchas ocasiones, la comisión está apalabrada de antemano. En otros casos, el guía recibe una especie de regalo del establecimiento: una botella de vino, una lata de sardinas…
Precisamente porque tengo experiencia en este tema es por lo que estoy en contra de las comisiones. El mal rato de pensar que el grupo lo puede ver, de que puede pensar que vas a cierto sitio sólo para beneficiarte, la sensación de que les estás timando…sinceramente, no compensa en absoluto. Si se diera el caso de que la visita es a la fábrica de Rolex y el guía se lleva una comisión por cada reloj vendido pues igual sí compensaría, pero esto no es lo habitual!!! 🙂 Además, no puedo evitar sentir que estoy contribuyendo a esa conocida mala fama de los guías, esa en la que se piensa que sólo se mueven por su propio beneficio económico.
Por eso, como guía local nunca he aceptado comisiones y no creo que nunca lo haga. Mi temor a que me identifiquen con otros guías y que me pongan el mismo “sanbenito” es tal que en una ocasión la dueña de una tienda invitó a un grupo a probar productos típicos de la zona y sentí la necesidad de explicar que yo no me llevaba un duro de aquello, que la señora lo había hecho espontáneamente (nunca antes me había pasado en ese comercio) y además, el grupo había comprado muchísimo.
Pienso que los guías ya están siendo retribuidos por su trabajo, trabajo que debe ser profesional y en ningún caso deben obtener comisiones monetarias o en especie. Si por cualquier motivo el guía considera que debe recomendar un establecimiento (porque la atención es muy personalizada, porque tienen un producto concreto que no se puede encontrar en otro sitio…) no hay problema, se puede recomendar, pero que sea por el bien del grupo, no por el beneficio económico del guía.
Esta es la única manera de ir limpiando gran parte del mal nombre de nuestra profesión, comportándonos de manera profesional y adaptándonos a las necesidades del grupo con el que estamos trabajando, no llevándoles a ciertos sitios contra su voluntad. De hecho, este tipo de comportamientos se puede volver en contra del propio guía y que el grupo acabe realmente descontento con la visita. Yo misma soy guía pero también soy turista y he tenido experiencias de este tipo.
Tenemos que empezar a luchar contra la desconfianza que supone que un guía local te recomiende una tienda o un restaurante y conseguir que éste se convierta en el verdadero artífice de la buena experiencia que se puede llevar un visitante de un lugar.