El desprestigio de las visitas guiadas y la reivindicación del guía turístico.

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Llevo unos días dándole vueltas a este tema, concretamente desde que leí este post de Sara Bono (@sabope) y Rosa Marzo (@Gulkultur) sobre cómo las visitas guiadas tradicionales se habían quedado desfasadas en lo que a interés del público se refiere y por qué las percibimos como un aburrimiento.

No puedo estar más de acuerdo con ellas al reconocer que la culpa de gran parte de ese desprestigio la hemos tenido los propios guías, que no hemos sabido adaptarnos a las necesidades de los visitantes y nos hemos limitado (y yo me incluyo) a soltar el mismo rollo en muchas ocasiones. Eso sí, siempre hay excepciones y no quiero que nadie se sienta ofendido, de hecho me alegra  ver que esta situación está cambiando. No se trata de buscar culpables, sino de cambiar el chip e intentar evolucionar.

Aunque no estoy totalmente de acuerdo con ello, he de decir en defensa de los guías que esa falta de motivación viene dada porque muchos de los que se dedican de manera autónoma a mostrar una ciudad están más preocupados por sobrevivir. Sí, el guía autónomo no suele ser una máquina de hacer dinero a pesar de la percepción que hay de sus honorarios y para ello suele tener que buscar un ingreso extra, las famosas comisiones, que les permita llegar a fin de mes.

Por otro lado, los guías que están contratados por una institución, un equipamiento cultural… suelen estar en muchas ocasiones mal pagados e infravalorados o son personal en prácticas y pierden totalmente el interés por su trabajo. No está justificado pero me parece comprensible.

Por ejemplo, en una ocasión un guía me comentaba que para realizar una de las visitas por el Madrid más bohemio él no hacía ninguna otra visita ese día, y se preparaba un té a media tarde antes de la visita guiada para poder sentir ese ambiente bohemio y poder transmitirlo en su totalidad. A su vez, cuando participé en la visita guiada del Liceo del Barcelona, la guía era una voluntaria, una señora apasionada de la ópera y esa pasión se transmitía en su discurso. Lo que quiero decir es que quizás sea eso lo que nos está empezando a faltar a los guías, pasión por nuestro trabajo.

Siempre he pensado que la profesión de guía turístico debe ser vocacional, si no, se cae pronto en el desánimo. Se trata de una profesión en la que hay que estar en constante evolución, aprendiendo cada día y no todos están dispuestos a ello. Son muchos los que creen que es un carnet emitido por la administración competente lo que te convierte en guía y una vez conseguido no hay que hacer nada más, y no es cierto en absoluto. En el fondo, este tipo de actitud es la que ha desprestigiado el servicio de visitas guiadas, que se han quedado ancladas en el pasado.

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué es necesaria una visita guiada? Un cartel explicativo también vale ¿no? En mi opinión, un guía tiene que ser un valor añadido, ese punto extra que no puede darte el cartel. Un panel jamás permitirá la interactuación que permite una persona, aunque sea muy útil para determinados aspectos. El contacto humano puede estimular la mente del visitante en mayor medida que un texto ya que puede adaptarse a las necesidades de su público, un cartel no. El guía es el eslabón fundamental entre el público y aquello que merece ser explicado.

 

Y los guías tenemos que creérnoslo, ser conscientes de que de nosotros depende en gran medida la satisfacción final del visitante, que podemos hacer felices a las personas durante el ratito que participan en la visita, eso debe ser suficiente motivación. Siempre he pensado que, al fin y al cabo, un guía también es un artista, que se pone delante de su público y tiene que dar lo mejor de sí durante su actuación.

Debemos darnos cuenta de que, como casi todo en esta vida, hay que renovarse o morir y que si todos los que nos dedicamos a realizar visitas guiadas profesionalmente empezamos a darle otro enfoque al servicio, ello repercutirá en el beneficio común de todos los guías y del servicio de visitas guiadas, que volverá a ser valorado como corresponde.

Espero que este post sirva para reivindicar la importante labor del guía por un lado, y por otro, para motivar a tantos guías que han perdido las ganas de innovar y de seguir evolucionando en su profesión.

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