Ante todo, feliz año a todos!!! ¿Qué tal habéis pasado las Navidades? Las mías han sido insuperables: mi regalo ha sido un viaje a casa para pasar estas fechas con familia y amigos, que después de más de un año ya nos lo merecíamos… pero ya estoy de vuelta en Toronto y dispuesta a comenzar el segundo cuatrimestre de mis estudios ;)))
Me gustaría proponerme como propósito de año nuevo escribir más a menudo en el blog pero, seamos realistas, el posgrado está ocupando el 90% de mi tiempo (así ha sido en estos últimos cuatro meses y creo que así seguirá). Así que sólo puedo decir que gracias por vuestra paciencia y que ya llegarán tiempos mejores!!!
Para empezar el año, quería escribir sobre una de las cosas que más me llamó la atención durante las clases del cuatrimestre pasado. Una de las asignaturas incluye la interpretación del patrimonio como parte del temario y el profesor, Ken Purvis, ha sido “historical interpreter” durante muchos años. Sinceramente, es uno de los mejores intérpretes que he conocido, no sólo porque me recuerda en cada clase por qué es tan importante conocer el recurso a fondo, si no porque sabe hacer ese “click” en nuestra mente constantemente y tenernos enganchados durante horas a sus explicaciones.
Una de las tardes, al hablar de las cualidades de un buen intérprete Ken comentó que, en realidad, la mejor cualidad era la generosidad. Él nos contaba que, si en alguna ocasión nos encontrábamos en la situación de tener que contratar intérpretes, que intentáramos buscar en su curriculum algún atisbo de generosidad. Por ejemplo, si había hecho voluntariado en algún centro social y cosas así. Ken lo justificaba diciendo que una persona generosa lo era en todas las facetas de su vida y que, en este caso, también querría compartir sus conocimientos con el público visitante.
Por su experiencia, siempre que había tenido intérpretes generosos, éstos habían sido buenos intérpretes. La verdad es que la generosidad es una cualidad que nunca había considerado importante en un guía y en mis años de formación jamás he escuchado nada semejante. Obviamente, siguen haciendo falta otras cualidades de las que ya he hablado anteriormente pero casi todas ellas se pueden aprender o perfeccionar. La generosidad no, en general, o se es o no se es 😉
Cuanto más lo pienso, más sentido tiene. En mi opinión, la situación laboral precaria de muchos guías (y no nos engañemos, a veces la avaricia también) ha sido la que, en vez de ayudar a compartir conocimiento, ha hecho que los guías sean cada vez más celosos de la información que ofrecen en sus visitas guiadas, los lugares que visitan, qué tipo de ruta realizan… y todo ello va en detrimento del servicio que se otorga al visitante final.
No estoy diciendo que las empresas (o un guía turístico autónomo) revele quiénes son sus clientes o compartan todo su conocimiento adquirido a lo largo de los años (o quizás sí). Lo que quiero decir es que poner la zancadilla se convierte en una costumbre que se aplica en todos los campos de tu vida y termina afectando a tu trabajo como profesional.
Por eso, y desde ahora, incluyo la generosidad como una de las características indispensables de un guía y quién sabe, quizás sea la generosidad la única que haga cambiar la situación de los guías turísticos en España.