Al hilo del post anterior, os quería presentar un tema del que nos solemos olvidar muy a menudo y que, a mi parecer, resulta fundamental: el punto de encuentro. No me refiero al punto de encuentro como lugar físico, eso requeriría otro post aparte, sino del momento en el que un grupo cerrado o una serie de personas se unen en un mismo punto para encontrarse con el guía y realizar una visita guiada.
Es eso, “un momento”, un tiempo de duración determinada, entre 5 y 15 minutos, en los que las personas ya se encuentran a la espera de que aparezca el guía. Lo más habitual suele ser, desgraciadamente, que aparezca a la hora exacta de la visita, pero lo más recomendable es que esté eso, entre 5 y 15 minutos antes para entablar una conversación con las personas que le acompañarán y a las que les transmitirá una serie de datos, conocimientos, impresiones… para que disfruten de lo que estén visitando en ese momento (exposición, castillo, ciudad…) tanto como él.
En mi opinión ese “momento” es clave: mientras entablamos conversación con dichos participantes podemos saber cómo se han enterado de la existencia del servicio de visitas guiadas, de dónde nos visitan, qué idea preconcebida tienen de lo que van a visitar, qué esperan de la visita, si alguien que ya haya participado les ha contado qué van a ver… aquí está la clave para el guía: conocer al grupo que le va a acompañar!!! Cuanto más lo conozca, mejor podrá adaptarse a las necesidades del mismo.
Aparte de obtener información sobre un grupo en concreto, estas conversaciones también nos sirven para descubrir cómo es el visitante que participa en nuestras visitas guiadas, y poder adaptar así el discurso del guía en función de este público objetivo, ofreciendo un mejor servicio y de mayor calidad. En el caso de un museo, por ejemplo, podemos saber aproximadamente qué edades tienen, si son mayoritariamente familias, si por el contrario son parejas jóvenes, qué tipo de intereses tienen…
Por otro lado, si las personas que nos acompañan son de la propia ciudad, podemos hacer una buena publicidad de la agenda de actividades de nuestro equipamiento, “enganchándoles” para que nos visiten otro día. Si nos visitan desde otros municipios y están de vacaciones, una buena atención y presentación del equipamiento puede hacer que nos visiten en otra ocasión más adelante.
Esos 10-15 minutos son fundamentales para captar al visitante. No sólo nos sirve para obtener información del mismo, como hemos comentado hasta ahora, sino que además es el momento de mostrarle cercanía, que vea que prácticamente le rogamos que participe, que no queremos que sea una visita rígida, con un emisor y un receptor, sino una conversación, que vea que sus preguntas, dudas y comentarios son bienvenidos. Es en este preciso momento cuando se empieza a trabajar en el proceso de cohesión del grupo, en el caso de las visitas para individuales, y del grupo con el guía en el caso de los grupos cerrados.
Si el guía realiza bien su trabajo en este primer momento, me atrevería a decir que tiene ganado un 30% del éxito de la visita. Algunos pensareis que es mucho, otros que poco. Pienso que este porcentaje es el más aproximado puesto que esta “introducción” debe ir acompañada de una buena visita, si la misma resulta ser una chapuza toda nuestra simpatía no habrá servido para nada.
Conclusión: empecemos a darle importancia a esos minutos previos a la visita guiada, seguro que ello incrementa la calidad de nuestra visita y mejora la percepción que los visitantes hayan obtenido de la misma.
¿Qué opináis?