Hoy os traigo otra manera de organizar visitas guiadas en un equipamiento cultural, en este caso, un enclave monumental como es el Palacio Real de Olite en Navarra. Mi último post fue precisamente sobre la visita guiada que hice en el mismo, pero me parece interesante presentaros también cómo organizaban este servicio.
Para comenzar he de decir que la organización de visitas guiadas de la que os voy a hablar es de la que emplearon en verano, puesto que he consultado la página web y ya no disponen de los mismos horarios así que voy a intentar explicarlo lo más claramente posible ya que no os lo puedo mostrar.
La contratación de las visitas guiadas se realiza en el punto de recepción de visitantes del Palacio Real, que es a su vez el punto de encuentro para comenzar las visitas, es como la oficina central. Se ofertaban tres tipos de visitas con diferentes horarios: Olite histórico, Palacio Real e Iglesia de Santa María la Real.
Cada visita tenía un horario concreto establecido para su comienzo, con los tiempos medidos a la perfección para que se pudieran ir realizando una después de la otra. Es decir, que se establecían de manera que no coincidieran a la misma hora ninguna de ellas, lo que permitía al público visitante poder utilizar el servicio completo de visitas guiadas, tanto por la mañana como por la tarde.
Una vez allí, uno podía adquirir la visita guiada que quisiera, una, dos o las tres, adaptándose a los horarios establecidos. Creo recordar que las visitas comenzaban a las 11:00 de la mañana así que el que se encontraba allí a esa hora podía realizar las tres visitas seguidas: la del casco antiguo (a las 11:00), luego la del Palacio (a las 11:30) y por último la de la Iglesia (a las 12:15). La idea era que cuando acabara una, empezara otra. Así el que estaba interesado sabía a qué hora tenía que estar, pudiendo consultarlo previamente en la web de la empresa encargada de dar el servicio.
Además, había más horarios disponibles (y con bastante frecuencia) para la gente que no había planificado su participación en la visita guiada pero que le apetecía hacerlo una vez allí. También me gustaría destacar que alguna de las visitas estaba especialmente orientada a los niños y público familiar dentro de ese horario establecido, con explicaciones adaptadas a ellos.
Lo curioso de este sistema de organización es que el número de personas que participaba en las visitas iba cambiando, precisamente porque cada uno puede contratar las visitas que quiera. En nuestro caso para la visita del casco antiguo fuimos 16 personas, para la del Palacio 40 y para la de la Iglesia 25.
Para poder controlar tal movimiento de personas, cuando adquirías tu entrada te entregaban unas pegatinas de colores, con un color diferente para cada visita, de manera que la guía identificaba claramente a su grupo, sabiendo si quien le acompañaba había contratado previamente el servicio.
Además, se controlaba hasta tal punto el número de asistentes a cada visita que, si el grupo era numeroso, la guía hacía uso de un altavoz, como fue nuestro caso en dos de las visitas. El engranaje de la organización funcionaba tan bien que incluso se iba cambiando de guía, ya que las dos primeras visitas las hizo Marisa y la última la hizo Raquel.
Por último, simplemente comentar que las guías iban uniformadas, algo que siempre da muy buena imagen y transmite una buena organización del servicio.
En definitiva, una organización muy bien planificada y desarrollada, un auténtico encaje de bolillos llevado a cabo a la perfección, calculando los tiempos al milímetro y con el personal cualificado para llevarlos a cabo. En mi opinión es uno de los modelos a ser imitados por otros enclaves turísticos y monumentales.