¿Cuántas veces nos ha pasado que un grupo debería haber llegado ya y aún no ha aparecido? Por desgracia, esta situación suele resultar de lo más habitual en la vida profesional del guía, tanto para aquellos que trabajan de manera freelance como para los que trabajan en un museo, yacimiento o equipamiento cultural.
¿Y qué hacemos entonces? Habíamos planeado que la visita iba a tener una duración determinada en la que íbamos a ver una serie de “cosas” y, de repente, nos encontramos con que tenemos que rediseñarla en unos minutos. Dicho así parece una catástrofe pero, en realidad, no lo es tanto cuando se adquiere cierta práctica en la solución de este tipo de problemas.
Esta situación suele darse porque el grupo tiene que partir a una hora determinada o porque el guía tiene otro servicio que le impide quedarse más tiempo con el grupo. Si los dos tienen disponibilidad horaria no suele haber problemas y, en mi opinión, es más profesional que el guía realice la visita completa aunque exceda del tiempo contratado.
En otras ocasiones suele haber problemas ya que en algunos museos el grupo dispone de una hora concertada y si no accede a esa hora es posible que ya no pueda entrar o, puede que pierda una cena en el hotel por haber terminado tarde con la visita. En cualquier caso no podemos reprochar al grupo el haber llegado tarde, han podido tener cualquier problema, pero debemos hablar con el responsable del mismo para acordar cuánto tiempo le destinaremos a la visita por si tenemos que terminar antes de lo previsto. Es mi recomendación.
Como va a ser algo muy habitual, aquí os dejo algunas buenas técnicas para rediseñar la visita:
- En primer lugar saltarnos algunas de las paradas previstas, siempre que no hayamos dicho que se van a ver previamente.
- Si no se puede acortar el número de paradas, se deberían acortar las explicaciones y tratar de ser más conciso, explicando lo más esencial.
- Otra opción sería cambiar el orden de las paradas si así se acorta el tiempo y siempre que no afecte al hilo conductor de la visita.
Como os digo, el adaptar una visita a una duración determinada es algo que se va aprendiendo con la práctica. En mi opinión, el problema principal reside en que no se tiene que notar lo que estamos haciendo, es decir, que el grupo no sienta que, como sabe que vamos mal de tiempo, se está acortando la visita de cualquier manera para cubrir el expediente. Tiene que dar la sensación de que es igual de buena que la habitual.
¿Y cómo conseguimos esto? Pues con mucha práctica y trabajando sobre todo en la elaboración del discurso, preparando diferentes visitas en función del tiempo disponible, con un poco de improvisación y, sobre todo, dominando al 100% la temática que estamos explicando. Todo ello nos permitirá ser totalmente flexibles para poder adaptarnos al tiempo del que dispone nuestro grupo.