Bueno, antes de empezar con el post quería deciros que este es el último post que escribo desde España. A finales de mes parto rumbo a Canadá para vivir en dicho país durante un año. Si tardo mucho tiempo en publicar no me lo tengáis en cuenta, necesito un proceso de adaptación a los nuevos horarios!! J
Aprovecharé la experiencia para contaros todo lo que me parezca interesante sobre las visitas guiadas en las que pueda participar allí. Los países norteamericanos son pioneros en la aplicación de las técnicas de interpretación del patrimonio así que seguro que aprendo cosas que os puedo transmitir en este blog. Y dicho esto vamos con el post.
Hoy os traigo una de las técnicas más básicas y de la que no había hablado aún: esperar a todo el grupo para dar una explicación. En este post os hablaba de la importancia de detener al grupo para explicar, pero aparte de pararlo, hay que esperar a que lleguen todos 😉 Las dos técnicas van estrechamente unidas!!
Esta fue la primera técnica que aprendí, tenía 11 años y todavía no era guía (obviamente!!!) La primera vez que visité el Castillo de Olite, mi madre insistió en que participáramos en la visita guiada y nos decía: “Corred, corred, poneos las primeras que si la guía empieza a hablar no le escuchamos”.
Esta especie de psicosis sólo la sufrimos en la primera parada, puesto que enseguida vimos que la guía esperaba a que todo el grupo pasara de una sala a otra y no decía una palabra hasta que estuviéramos todos. Creo que en esa visita me empezó a picar la curiosidad por esta profesión.
Sé que os parecerá un técnica muy básica, pero alguien que guíe a un grupo a viva voz (con audioguía es diferente) y que no la ponga en práctica no puede llamarse “guía”. Sé por experiencia que cada visita es un mundo, y que puede haber momentos en los que tengamos prisa y haya que explicar más rápido para que nos dé tiempo a finalizar en hora. En estos casos es mejor acortar la explicación, pero siempre (sí, siempre) hay que esperar a que todo el grupo esté reunido para transmitir nuestro discurso.
Cuando un guía espera a que todos se hayan reunido en torno a él, el grupo se más encuentra más cohesionado, se sienten todos iguales, y no tienen que ir preocupándose por seguir al guía, sino que saben que éste esperará a que lleguen. Esto hace que los participantes puedan relajarse durante la visita, y no sentir que tienen que “correr” o colocarse los primeros para poder escuchar.
Al diseñar una ruta guiada, sobre todo en los equipamientos culturales cerrados, siempre se deben establecer los lugares donde se realizarán las paradas y las explicaciones correspondientes. Por ello, en una visita bien planificada y desarrollada el guía siempre se detendrá en el punto establecido (evitando hablar mientras el grupo se desplaza) y esperará a que todos puedan colocarse a su alrededor.
Resumiendo, que si hay alguna técnica en la que no debe fallar un guía es en ésta y, si la ponemos en práctica, veremos cómo el grupo nos lo agradece y disfruta mucho más de la visita.