El tema del que quiero hablar hoy es sin duda una de las “equivocaciones” más cometidas por los guías: Sí, lo considero una equivocación y sí, todos, tanto los novatos como los más experimentados, hemos caído alguna vez en la tentación de hablar de “algo que no se ve”.
En la última visita guiada en la que participé el guía hablaba (en algunas ocasiones) de objetos que no se podían ver, bien porque se encontraban dentro del museo (que estaba cerrado) o porque desde donde estábamos no podíamos apreciarlos.
Y yo me pregunto: ¿es necesario incluir este tipo de información en la visita? Depende. Si por ejemplo estamos hablando de la Capilla Real de Granada, lógicamente habrá que decir que los Reyes Católicos están enterrados dentro, aunque no podamos ver su tumba en ese mismo momento ya que la capilla fue construida para ese fin. De hecho, es posible que incluso incentivemos una posterior visita al interior de la capilla.
Si, por el contrario estamos realizando una visita guiada del Castillo de Santa Bárbara (por ejemplo), igual no merece la pena explicar los cañones que se encuentran en el aparcamiento de coches, por muy relevantes que sean, si no podemos acercarnos a ellos y no podemos observar el por qué de su importancia durante la explicación del guía.
En el caso concreto de este Castillo, en función de cómo hayamos diseñado la visita, podremos aprovechar los cañones que se encuentran en el macho del mismo, ya que es posible que se puedan incluir más coherentemente dentro de las explicaciones de la visita guiada. En muchas ocasiones, por intentar resaltar uno de los objetos, dejamos de lado la coherencia y el hilo conductor de nuestro discurso.
El guía siempre suele pensar: “aunque no los veamos ahora seguro que después se acercan a echar un vistazo…” y sinceramente, algún visitante se acercará después de la visita, pero ya no estará obteniendo la información en directo y apenas recordará la que le hemos dado anteriormente sobre ese objeto concreto.
Con todo esto lo que os quiero decir es que la información que se entregue de “lo que no se puede ver” tiene que ser totalmente relevante para poder entender el monumento que se está explicando en su conjunto. En el caso de un objeto, esto se puede aplicar en un detalle en particular, es decir, no hablemos de dicho detalle si este no puede ser apreciado. Incluso me atrevería a decir que debe ser “algo” tan importante que merezca una explicación por sí mismo con ese “algo” en cuestión delante de nuestros ojos.
En mi opinión, si la información que vamos a dar no es completamente necesaria, es mejor evitarla, puesto que si además de no ser relevante los visitantes no lo pueden ver (¡y muchas veces tocar!), nadie la recordará y pienso que, en ocasiones, puede incluso hacer que las personas que nos acompañan no identifiquen las ideas principales que queremos que recuerden cuando acabe la visita.