Hoy quería hablaros sobre uno de los errores más habituales que la mayoría de los guías hemos cometido en algún momento de nuestra labor profesional: dar nuestras explicaciones con gafas de sol.
Antes de empezar con ello, quiero excluir de este tema a aquellos guías que, obviamente, tengan un problema en la vista y necesiten gafas de sol para poder estar al aire libre o a aquellos que debido al lugar donde desarrollan su profesión, ello les suponga una posible lesión ocular y las gafas de sol resulten imprescindibles. En estos casos se puede explicar la situación al grupo y todos lo entenderán.
Si dejamos estas situaciones especiales aparte, en el resto de ocasiones no se deberían utilizar las gafas de sol cuando un guía turístico profesional está dando las explicaciones pertinentes a un grupo. En mi opinión, se trata de una falta de respeto total y en el caso de la ciudad en la que vivo, Alicante, resulta bastante frecuente ver a los guías con sus gafas de sol.
¿Por qué pienso que no deben usarse gafas de sol? Aparte del respeto como motivo prioritario, por la simple razón de que los ojos son una de las partes importantes de la expresión corporal y, si no se ven, el guía pierde expresividad. Desaparece una parte fundamental de la expresión de nuestra cara, que tan importante es para que el visitante capte lo que le queremos decir.
Además y como os decía en este post, si la gente no ve los ojos del guía, no sentirá que se está dirigiendo a ellos individualmente; la mirada puede hacer que cada persona del grupo se sienta importante, llevándola cara por cara, tocando el “corazoncito” de cada persona.
Ahora pensareis “ya, pero es que si el sol me está dando en la cara tampoco abrir los ojos”. Efectivamente, a pesar de la teoría seguimos teniendo el mismo problema en la práctica. Pues bien, hay alguna técnica para poder evitar esta situación.
Una de las más fáciles y cómodas y que recomiendo encarecidamente, es que, en general, el guía siempre debe buscar la sombra para él y su grupo, no porque a él le convenga, sino porque conviene a ambos. Tan malo es que le dé el sol al guía en la cara como que se lo esté dando al grupo. Aunque eso sí, si hay que elegir que sea al guía. Tenemos que tener en cuenta que si el sol le da directamente en los ojos a cada persona del grupo, éstos no van a disfrutar con la visita, porque no podrán ver lo que el guía está explicando. Todos sabemos lo molesto que resulta el sol en los ojos, por ello debe primar el evitarle ese pequeño sufrimiento al grupo.
En definitiva, y precisamente porque hay maneras para adaptarnos, pienso que se debe evitar el utilizar las gafas de sol a toda costa, siempre orientado a mejorar la calidad de la visita realizada, y veremos cómo al final el grupo nos lo agradece.