Pues sí, por fin ha llegado el verano a Toronto… con sensaciones térmicas de más de 40 grados!!! Ya apetecía sacar los pantalones cortos y las camisetas de tirantes…
Y precisamente en este cambio de vestimenta me encontraba yo inmersa el otro día cuando me di cuenta de que nunca había escrito un post sobre cómo debe vestirse un guía… No me lo puedo creer!!
Ya os aviso que no os voy a contar nada que escape a la lógica común pero es que ahora que llega el calor empiezan a aparecer las minifaldas, las sandalias y las ropas que dejan ver “demasiado” y pienso que la imagen también es una parte importante del guía local (aunque no afecte tanto a aquellos que utilizan el uniforme de alguna institución). En eso quiero centrarme en este post.
Para empezar el guía tiene que ser consciente de que él o ella no es el protagonista de la visita guiada así que la ropa cuanto menos llamativa mejor. Y sí, cuanto menos enseñe mejor (ojo, tanto para hombres como para mujeres)… ya sé que a priori parece un comentario retrógrado y más viniendo por parte de una mujer pero como dice mi madre “lo bien está siempre bien” y lo importante es el recurso en el que nos encontramos, no que la minifalda de la guía es demasiado corta o que lleva unos zapatos de Louboutin de 1000€ (así, por poner un ejemplo 🙂 ).
Sí, yo he hecho visitas guiadas del Castillo de Santa Bárbara de Alicante un julio a las 5 de la tarde así que creo que hablo con conocimiento de causa. Ante todo tiene que quedar claro que el guía está trabajando y es un profesional, no sale a darse una vuelta por la ciudad. Que sí, que trabajamos en la calle, en el sector turístico y a veces nos dejamos llevar por esa euforia veraniega que nos permite salir a la calle en camisa de flores y chanclas. Aunque nos cueste, pienso que hay que evitarlo, una visita guiada no es el momento ni el lugar.
Imagen tomada de aquí
En segundo lugar, no voy a hacer de madre diciendo que el guía tiene que ir aseado, con la ropa limpia… todas esas cosas, eso lo dejo al parecer de cada persona que se dedique a esta profesión. Lo fundamental es que el guía es el modelo a seguir y, en función de cómo vaya éste vestido, así lo hará el grupo. Básicamente me refiero a que un guía no puede guiar en un castillo medieval con zapatos de tacón de aguja ¿Por qué? Pues porque está comunicando al grupo que el terreno por el que se van a mover es sencillo, fácil, y puede que haya gente que se apunte a la visita (y lleve tacones) y descubra que no puede caminar…
Sí, el guía es el modelo, es el que controla el terreno en el que nos movemos, el que prevé el tiempo que hará, el que sabe cómo reaccionar ante los imprevistos porque conoce el lugar… tanto si se dedica al ámbito cultural como al natural. El guía debe de estar preparado: llevar una gorra para evitar el uso de gafas de sol (si fuera necesario) o salir siempre con un paraguas si trabaja en una zona donde llueve a menudo (no hay nada peor que ver cómo el guía se moja mientras está explicando) demuestran profesionalidad.
En último lugar, me gustaría hacer hincapié en lo importante que es que el guía se sienta cómodo durante la visita. Que lleve ropa, calzado, pelo, accesorios… con los que se sienta a gusto. En realidad, con los que tanto él o ella como el grupo se sientan cómodos. Si el guía tiene que estar retirándose el flequillo de la cara constantemente es molesto para él y para el grupo.
Ya sabéis que siempre he defendido que la profesión de guía debería ser vocacional así que vayamos a las visitas a disfrutar y a hacer disfrutar al visitante, no a “lucir modelito” ;).
Como veis, no he escrito nada que escape a una lógica aplastante pero, después de lo que he podido ver en esta profesión, creo que no está de más dedicarle un post.
Disfrutad del verano!!!