Con motivo del centenario del Elgin & Winter Garden Theatre de Toronto, este teatro, el único teatro de dos pisos del mundo, realizó visitas guiadas gratuitas el pasado octubre. Ya os adelanto que es una de las mejores visitas guiadas en las que he participado y me dejó gratamente sorprendida.
El Elgin & Winter Garden Theatre es lo que aquí llaman un teatro double-decker, es decir, de dos pisos, precisamente porque dentro del mismo edificio hay un teatro encima de otro funcionando al mismo tiempo. Este teatro se construyó en el año 1913 con intención de dedicarse casi exclusivamente al vodevil.
Habitualmente, el teatro realiza visitas guiadas los viernes y los domingos con un coste de $10 por persona y se realiza exactamente la misma visita guiada que yo tuve la oportunidad de realizar. Sin embargo, suele estar prohibido sacar fotos, mientras que ese día y de manera excepcional estaba permitido.
La verdad es que la visita estaba súper preparada, se nota que es una visita que se realiza de manera regular. Suelen tener grupos más pequeños, pero con motivo de las puertas abiertas nos juntamos unas 150-200 personas. Como nos explicó el guía más adelante, la visita comienza en el vestíbulo, pero esta vez la primera parada fue directamente dentro del Elgin.
Lo primero fue invitarnos a tomar asiento, lógicamente si hay un montón de sillas lo mejor que puedes hacer es que tu público se siente. El guía se colocó al frente, para que le viéramos perfectamente, y se valió de un micrófono y altavoces para dar su explicación, lo que también permitió escucharle de manera excepcional. El guía se encontraba muy cómodo con el micro, lo que me hizo pensar que la visita se prepara de igual manera siempre, independientemente del tamaño del grupo. Una de las cosas buenas de este tipo de visitas es que permite no tener que hacer reserva porque el teatro puede acomodar grupos muy grandes.
Curiosamente, después de darnos la bienvenida, su primera frase fue: ¿hay alguien que sea de Ontario? Si es así, este teatro le pertenece. Se trata de un teatro cuyo dueño es un ente público, cosa habitual, pero jamás había oído a nadie plantearlo así, el guía dijo literalmente: “disfruten de su patrimonio y del fruto del pago de sus impuestos”.
Este primer teatro, el Elgin es un poco más europeo en lo que a su estilo se refiere pero el guía sacó el mayor partido de cada detalle. Utilizando un puntero láser, llegaba casi a emocionarme con sus explicaciones: el guía lleva más de 25 años de voluntario y no se explica igual cuando has vivido un cuarto de la historia de lo que estas explicando, el discurso es mucho más emotivo y hay mucho corazón. Las explicaciones fueron claras, muy elaboradas y bien desarrolladas, posiblemente fruto de la experiencia: sabía dónde incluir los datos, cómo hacer las bromas y entremezclar las historia y el arte. Lo que más me sorprendió fue que el guía animaba a la gente a tomar fotos mientras explicaba y nadie lo hacía, todos le mirábamos embelesados.
A continuación realizamos una parada intermedia en el vestíbulo del teatro Winter Garden, donde se exponen tres decorados originales creados para el vodevil. El teatro dispone de unos 100 decorados originales que no pueden ser mostrados por falta de espacio.
En último lugar pasamos al Winter Garden y poco puedo decir de la explicación, el teatro me dejó tan perpleja que apenas recuerdo lo que nos contó el guía. Esto sí que es la joya de la corona y, encima, original. Sólo sé que fue una experiencia brutal, de esas que no voy a olvidar. Lo que sí recuerdo es que el guía ayudó a la restauración de este teatro y dijo: hace 25 años yo puse esas flores y recibió una ovación por parte del público. Ya os digo, una visita como nunca antes había visto, qué manera de conectar con 200 personas en unos 90 minutos.
Además, comentó que alguien estaba sentado en la silla en la que mataron a John Dilinger, al que yo no conocía pero que resultó ser un gánster bastante famosillo en Norteamérica. Resulta que el teatro compró las sillas a otro teatro y una de las sillas estaba tapizada en rojo para recordar el asesinato y, como el teatro no lo sabía, la mandó tapizar del mismo color que las otras. Así qué nunca sabremos cuál fue la silla…
En ambos teatros, el guía realizó un turno de preguntas que contestó muy amablemente, desde si hay fantasmas hasta cómo se limpia, porque lo sabía todo, y si no lo sabía se lo preguntaba a otros voluntarios. De hecho, más voluntarios nos acompañaron durante la visita como pastores, para controlar que nadie se quedaba atrás.
El caso es que fue el guía el que nos hizo vivir la experiencia gracias a su relato, que aun siendo bastante largo en cada parada, se hacía ameno por estar sentado y por la calidad del mismo. Y la acústica era espectacular, al fin y al cabo es un teatro. Ni siquiera hacía falta micrófono para las preguntas de los asistentes.
Si alguien viene a visitar Toronto que no se lo pierda, porque es único en el mundo!