Hace un par de semanas tuve la oportunidad de ir de fin de semana a Lezuza, provincia de Albacete, la madre de mi amiga María José es de allí y nos invitó a pasar un par de días. Este municipio de unos 1700 habitantes (www.lezuza.es) cuenta con un yacimiento arqueológico de época íbera y romana, Libisosa (www.libisosa.ua.es) y dispone de un pequeño museo en el que se exponen los principales materiales y piezas que se han encontrado durante la excavación del mismo.
María José había reservado una visita (es necesario concertar la visita guiada) con la encargada del museo, que a su vez era la guía de la exposición, la responsable de su apertura y anteriormente, había estado excavando en el yacimiento y había ejercido las funciones de restauradora: Almudena. Vamos, que en aquel momento nadie sabía más que ella sobre Libisosa!!
Me gustaría destacar que el hecho de que el guía sea el encargado de todo el museo implica que lo controla y sabe de todo (o casi todo) y eso le otorga una seguridad casi completa a la hora de dar las explicaciones pertinentes. Además, está mucho más preparado para resolver cualquier tipo de cuestiones.
Centrándonos en la visita, ésta comenzaba con un vídeo explicativo del yacimiento y del pasado histórico de Lezuza, y aquello era de todo menos interpretativo: frases inconexas, las explicaciones saltaban de una época a otra…. Debo admitir que mis expectativas para la visita guiada cayeron en picado. Sin embargo, Almudena realizó una visita guiada excepcional, de aproximadamente una hora, la duración ideal. Hay que destacar que eran las 16:30 de la tarde, con 30º en la calle, a ver quién es el guapo que levanta a un grupo en esas condiciones!!
El discurso de Almudena fue realmente ameno, ayudándose de los restos arqueológicos conservados, nos deleitó con abundantes anécdotas del estilo de vida de los romanos, sobre cómo se teñían el pelo… A pesar de que en algunas ocasiones abusaba del vocabulario técnico y daba algún rodeo para llegar a las conclusiones, en general su relato era muy entretenido y, sobre todo, interpretativo, haciendo clara referencia a las costumbres de nuestra vida diaria actual.
Me gustaría destacar un par de ejemplos: Estábamos contemplando unas ánforas romanas cuando Almudena dijo: “las tapas de estas ánforas son como los muebles del Ikea, son muy funcionales, si se les da la vuelta sirven como embudo”. Y la mejor, cuando nos encontrábamos frente a una serie de joyas romanas dijo: “la estética clásica era muy poligonera, con muchísimo dorado y bien grande y reluciente”. ¿Hay algo más interpretativo que eso?
Cuando acabamos de ver el museo creí que la visita había terminado: me equivocaba por segunda vez. En ese momento Almudena nos indicó cómo llegar en coche a la parte más cercana al yacimiento y la visita continuó allí, en lo alto del cerro, donde pudimos ver in situ lo que nos había estado explicando anteriormente en el museo.
La verdad es que la experiencia fue realmente satisfactoria, es de esos sitios donde no esperas nada y te sorprenden gratamente. En mi opinión este tipo de combinaciones entre museo y yacimiento funcionan realmente bien. Además, no es necesario un gran museo para hacer una buena visita guiada, este tipo de museos más pequeños con un buen guía terminan siendo mucho más ilustrativos que los grandes. En definitiva, pasamos una tarde muy entretenida y educativa!!